martes, 15 de noviembre de 2016

Momentos difíciles.

      Como domina la impotencia nuestro cuerpo; somos hijos del abandono consentido, alimentado por la dejadez.

      Tu mente lucha, piensa, insiste en el intento, pero tu cuerpo no responde.

      En un arranque de ánimo te levantas...te has puesto una meta y, contra todo viento y marea, debes hacerla realidad. Llegar a ella, aunque en el camino tengas que caer y levantarte en cada tropiezo de tus pies y de tu alma debido a la impotencia que surge sin ser llamada.

      Animas tus pensamientos y todo accede a esa alegría: tu corazón se engrandece y la vida surge de nuevo. 

      Todo este tiempo he estado emocionalmente fuera de combate. He bajado a las profundidades del mismo ser como consecuencia del dolor del recuerdo.

      Mi alma se encogió en su forma y en su fuerza; estaba rodeada de recuerdos dolorosos. Todo se reduce a debilidades, tristezas, depresiones y oscuridades. Te alegras cuando, con el tiempo, y la ayuda de tus seres queridos, empiezas a respirar, a coger fuerzas y casi te animas a ir de fiesta y ponerte guapa.

      No encuentro palabras suficientes para explicar este estado de personalidad depresiva; lo tienes todo para ser feliz pero por ciertas circunstancias que se escapan, no consigues ver la felicidad en su plenitud. Hay algo en tu pecho que oprime tu corazón: dicen que es el timo cuando estás triste; tu ser interior que no termina de ver la luz.

     Me han dicho que practicar reiki  es sanador. Lo practicaremos.

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